Palabra difícil de describir. Es una situación que produce angustia, tristeza e incluso para algunos puede que alegría.
Nunca estaremos preparados para éste momento; siempre nos quedará algo por hacer.
¿Por qué negamos éste acontecimiento? No queremos que ocurra.
Me quedé sin madre cuando sólo tenía 7 años, fue muy duro. “Había perdido el tesoro más grande de mi vida”. Culpaba a todos, no aceptaba que esto estuviera pasándome a mí.
Estuve muchos años pensando que sólo viviría 33 años como ella. Tenía miedo de tener hijos porque no quería dejarlos solos e incluso tuve pánico cuando mi hija cumplió 7 años.
Todo éste tiempo fue duro, pero poco a poco comencé a mirar la vida de otra manera.
No todo tenía que ser una desgracia.
Disfruto cada día con mis hijos y procuro hacer todo lo que mi madre había dejado por el camino.
“Sé que algún día llegará mi momento”.
Sólo espero que los míos sean felices. Que mis hijos puedan tener todo lo que yo no tuve y que la gente que me rodea pueda tener un buen recuerdo de mí.
Que mi muerte no sea un final sino el comienzo de una nueva vida para mí y para los que se quedan.
Lo único que he pedido es que cuando ese momento llegue, mis cenizas sean esparcidas en la Playa de Copacabana.
Hasta aquí puedo escribir, con un nudo en la garganta.
Silvia Mª